lunes, 7 de junio de 2010

(Mala)Educación, un problema anual

Como cada año, después de la entrega de resultados de la evaluación nacional SIMCE, vuelve a estar en el tapete el tema de la Educación.

En Chile, la estacionalidad de esta discusión nos revela su posición en la agenda pública. Una vez al año Chile se suele preguntar hacia dónde va la Educación, qué sucede con la efectividad de la Educación, qué papel juega la oferta privada en la caída del sistema público, cuál es la importancia relativa de dicha provisión, más horas harán la diferencia, más aún con la Jornada Escolar Completa en plena operación… en fin. Cada cierto tiempo, y una vez al año por lo menos, todo Chile suele mirar la Educación Nacional como un problema que preocupa, pero nunca tanto.

Y es que los conceptos que se han ido imponiendo en Educación quizás no sean los más adecuados para dar cuenta de la complejidad de este sistema. Quizás esa mirada empresarial sobre un pilar fundamental del desarrollo a que aspiramos como nación, no sea el que debemos aplicar. Veamos porqué nos atrevemos a decirlo, a pesar de que lo que diga no sea muy popular.

El lenguaje que hoy impera –y ojo que lo impuso la Concertación- es el de eficiencia (parelé a la repitencia, vaciándola de su contenido pedagógico), discurso de la diversidad (despreciando la disciplina como eje del proceso de enseñanza-aprendizaje), oferta variada de perfeccionamiento docente (sometiéndolo a los vaivenes del mercado, a la oferta y la demanda, despojando al Estado de su rol fiscalizador y orientador, en tanto tarea Nacional) y medición estandarizada de logros, que lo que ha hecho es mostrar la excesiva diferencia entre unos y otros chilenos en lo que a educación concierne.

En Chile la Educación es un subcampo de la Psicología, también lo es de la Sociología, de la Economía Aplicada y claro, también es materia de Asistentes Sociales. Todos con recetas variadas y adecuadas para las competencias maduradas a la sombra de mallas curriculares ávidas de control total sobre la vida total, animadas por ese insano sentimiento de que todo requiere de lo que sabemos unos pocos.

El gran mal de la Educación en Chile es que todos esos actores que enunciamos han ayudado a desdibujar lo propio del pedagogo: la Educación es un proceso que se desenvuelve en un entorno socio histórico y cultural determinado y determinante a la hora del inicio, es un proceso que se debe desarrollar en un entorno controlado y seguro, disciplinante y desafiante, donde el esfuerzo redime y es reconocido como un valor supremo. La Educación no está para resolver las tesis de distintos atletas de la sapiencia, si no para sacar adelante un pueblo, llevarlo allí donde ni los líderes serían capaces.

La épica de la Educación no puede estar rendida a un puñado de mercanchifles, ni a profesores sin espíritu, ni a familias sin compromiso consigo mismos, adormecidas entre horas extensas de residencia en el colegio y poca demanda de tiempo hogareño. La Educación tiene que ver, ni más ni menos, con qué Patria deseamos construir, no con qué mercado deseamos ser, ni qué condiciones favorecen qué negocio, la Educación tiene que ver con aquello que reconocemos como la República.

Y es que toda la diferencia radica en entender que la Educación es una tarea de la Nación, de la República, del Estado y finalmente del Gobierno. No es una labor que permita el amateurismo, pero toda vez que se discute de Educación, usando una vieja canción de Joaquín Sabina, se invita a hacerlo a:

“Nietos de toreros disfrazados de ciclistas, ediles socialistas, putones berbeneros, peluqueros de esos que se llaman estilistas, musculitos, posturitas, cronistas carroñeros. Divorciadas calentonas con pelo a lo Madonna, trotamundos, fantasmas, soplones de la pasma, pintorcillos vanguardistas, genios del diseño, camellos que te pasan papelinas contra el sueño. Marcadores de paquete en la cola del retrete, escritores que no escriben, vividores que no viven, jet de pacotilla, directores que no ruedan, más chorizos que en Sevilla con corbatas de seda.” ...
O sea, TODOS MENOS LOS PEDAGOGOS y eso asegura que el mundo esté patas arriba en lo que a la Educación se refiere.

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