Debía esta carta para dejar por escrito nuestras reflexiones
sobre el momento que vive el Partido Radical y los desafíos que debe encarar en
el escenario actual, fundadas en las discusiones políticas que hemos tenido
entre tantos y tantas Correligionarias.
Lo primero es señalar con toda claridad de que el Gobierno
lo perdimos por responsabilidad propia, no por culpa de los medios, ni de
fachos pobres, ni otras causas por plausibles que parezcan. Todo es
responsabilidad nuestra, resultado de cómo nos movimos en el espacio de poder y
la ciudadanía leyó claramente nuestras debilidades y desaciertos, dejándonos al
descubierto, incapaces de movilizar más votantes que la derecha y la masa de
votantes ocasionales que se expresó en contra de que tuviéramos la presidencia,
pero a favor de un Congreso variopinto. Dicho esto, no aceptamos sumarnos a la
ola ezquizofrénica que deplora al pueblo cuando no nos acompaña y lo alaba
cuando nos vota.
Lo primero es aceptar que la responsabilidad es nuestra,
como vanguardia (en la antigua jerga) o como grupo dirigente. Como se quiera,
la responsabilidad en la derrota es nuestra y no del pueblo.
El Partido Radical también es lo que todos en conjunto somos,
no podemos poner en el paredón a unos y querer salvarnos otros. Tanto la activa
militancia, como la modorra rampante son responsables por acción u omisión de
lo que nuestro Partido Radical es. Esta es la segunda afirmación que queremos
compartir. No hay en nosotros ánimo de seguir culpando a unos y otros por lo
que mandatamos o por lo que dejamos de hacer, sino hacernos responsables en
primera persona. La responsabilidad colectiva nos permite valorar aspectos que
se deben relevar. Bajo esta administración el Partido logró consolidar una
larga lucha por el poder que antes había liderado José Antonio Gómez y que
ahora buscamos junto a Alejandro Guillier. Esa lucha por el poder nos permitió
despliegue nacional, visibilidad en los medios, opinión sobre Chile y un puñado
de propuestas que delinean un derrotero para el país.
Estos son elementos claves a la hora de hacer partido, me
refiero a hacer partido político. Por ello sigue siendo responsabilidad nuestra
consolidar una ruta política que debe empujar al Partido Radical, como
colectivo, hacia la meta que es ganar la presidencial para cumplir un programa
Radical para Chile, con contenidos y valores.
Por ello, evaluando el trabajo que han hecho un grupo de
Correligionarias y Correligionarios en este período, vemos que la nueva etapa
que se abre requiere un diseño que hemos leído con claridad en la propuesta que
lidera Carlos Maldonado.
A él no nos une ni amistad, ni favor político alguno, por
ello es más interesante aún cómo convergemos en un proyecto común.
El Correligionario Maldonado ha planteado tres cuestiones
que nos parecen fundamentales para el período que enfrentamos y que
sucintamente exponemos a continuación:
Primero nos ha planteado con convicción una reforma al
Partido, convirtiéndolo en una potencia federal, donde las regiones tengan un
peso político que al estar legitimado por las bases, y por el desarrollo
político en el territorio, ayude a construir una respuesta descentralizada a
los desafíos que la sociedad chilena empuja. Creemos que es relevante esta
visión, pues da cuenta de un movimiento que, aunque silencioso, recorre Chile
en toda su extensión. Así el Partido Radical da un giro a sus raíces y apuesta
con ejemplo pragmático, a un proceso que puede llevar a Chile a una posición de
liderazgo al dejar de negar su diversidad.
Lo segundo está referido a una cuestión de procedimiento que
alberga una suficiente cuota de racionalidad, que no nos ha dejado
indiferentes. El Partido debe dotarse de un presupuesto de funcionamiento,
cuyos lineamientos deben ser ratificados por el Consejo Nacional y después de
un año, allí debe cotejarse el gasto efectivo. La rendición de cuentas no es
suficiente, sino que la planificación con el colectivo para asegurar que los
recursos tengan una proyección que beneficie a todo el partido, haciéndonos
parte de la decisión del gasto, promoviendo el compromiso con los resultados
finales de dicha inversión partidaria. Nos ha parecido una propuesta relevante
y pertinente, en el marco de los desafíos que deseamos imponernos como
radicales.
Finalmente, lo tercero que ha propuesto esta lista ha sido
la construcción de una efectiva y real alternativa a los centros de pensamiento
de los diversos partidos chilenos. Por años los Radicales hemos visto que
expresidentes y colectividades financian y ponen en movimiento centros de
estudios que promueven idearios, otorgan respuestas razonadas a los problemas
actuales y futuros de la comunidad nacional y nosotros seguimos en el
amateurismo, no obstante que en las filas del Partido tenemos el honor de
compartir militancia con destacadas personalidades de las más variadas
disciplinas, líderes en sus áreas o simplemente autoridades legitimadas en sus
saberes y participación en el frente que sirven. Este capital del Partido no ha
sido relevado suficientemente, pudiendo conformar con esta cantera un centro de
pensamiento construido desde las regiones para transformar nuestra
participación política y su calidad.
Estimados y Queridas Correligionarias, sirvan estas líneas
para compartir con Ustedes nuestras reflexiones a la luz de los desafíos que
enfrentamos como Radicales. Tenemos la oportunidad de, valorando los esfuerzos
desplegados por la actual dirigencia, asumir un camino que requiere una nueva
conducción y más compromiso que nunca desde las regiones para avanzar y
consolidar al Partido Radical como una fuerza política gravitante.
Como corolario, en el plano regional, hemos decidido ofrecer
la estabilidad que en equipo, con trabajo conjunto y no pocos problemas,
pudimos construir para tener un partido regionalmente respetado, que supo
mantenerse firme ante la colonización que pretendieron algunos barones de la
política en O’Higgins. Reivindicamos una presencia significativa en los medios,
una gestión cohesionada, la inscripción exitosa y resultados electorales
satisfactorios, a pesar de circunstancias que aunque no provocamos nosotros,
pudimos hacer frente y resolver racionalmente, con el menor daño posible a
nuestras estructuras.
Valga decir que a diferencia de la realidad nacional, la
dirección regional en las condiciones que nos toca vivir, es solo sacrificio de
tiempo y recursos, y no es justo que ahora sea yo quien le pida a otros
sostener este esfuerzo. Vamos a seguir adelante con entusiasmo y convicción,
porque este será un tiempo de concentrar fuerzas, mantener la mística
partidaria y ofrecer los frutos de una decidida voluntad por continuar
cimentando una posición de liderazgo en la región.