lunes, 4 de junio de 2018

mi opinión, mi opción


Debía esta carta para dejar por escrito nuestras reflexiones sobre el momento que vive el Partido Radical y los desafíos que debe encarar en el escenario actual, fundadas en las discusiones políticas que hemos tenido entre tantos y tantas Correligionarias.

Lo primero es señalar con toda claridad de que el Gobierno lo perdimos por responsabilidad propia, no por culpa de los medios, ni de fachos pobres, ni otras causas por plausibles que parezcan. Todo es responsabilidad nuestra, resultado de cómo nos movimos en el espacio de poder y la ciudadanía leyó claramente nuestras debilidades y desaciertos, dejándonos al descubierto, incapaces de movilizar más votantes que la derecha y la masa de votantes ocasionales que se expresó en contra de que tuviéramos la presidencia, pero a favor de un Congreso variopinto. Dicho esto, no aceptamos sumarnos a la ola ezquizofrénica que deplora al pueblo cuando no nos acompaña y lo alaba cuando nos vota.

Lo primero es aceptar que la responsabilidad es nuestra, como vanguardia (en la antigua jerga) o como grupo dirigente. Como se quiera, la responsabilidad en la derrota es nuestra y no del pueblo.

El Partido Radical también es lo que todos en conjunto somos, no podemos poner en el paredón a unos y querer salvarnos otros. Tanto la activa militancia, como la modorra rampante son responsables por acción u omisión de lo que nuestro Partido Radical es. Esta es la segunda afirmación que queremos compartir. No hay en nosotros ánimo de seguir culpando a unos y otros por lo que mandatamos o por lo que dejamos de hacer, sino hacernos responsables en primera persona. La responsabilidad colectiva nos permite valorar aspectos que se deben relevar. Bajo esta administración el Partido logró consolidar una larga lucha por el poder que antes había liderado José Antonio Gómez y que ahora buscamos junto a Alejandro Guillier. Esa lucha por el poder nos permitió despliegue nacional, visibilidad en los medios, opinión sobre Chile y un puñado de propuestas que delinean un derrotero para el país.

Estos son elementos claves a la hora de hacer partido, me refiero a hacer partido político. Por ello sigue siendo responsabilidad nuestra consolidar una ruta política que debe empujar al Partido Radical, como colectivo, hacia la meta que es ganar la presidencial para cumplir un programa Radical para Chile, con contenidos y valores.

Por ello, evaluando el trabajo que han hecho un grupo de Correligionarias y Correligionarios en este período, vemos que la nueva etapa que se abre requiere un diseño que hemos leído con claridad en la propuesta que lidera Carlos Maldonado.

A él no nos une ni amistad, ni favor político alguno, por ello es más interesante aún cómo convergemos en un proyecto común.

El Correligionario Maldonado ha planteado tres cuestiones que nos parecen fundamentales para el período que enfrentamos y que sucintamente exponemos a continuación:

Primero nos ha planteado con convicción una reforma al Partido, convirtiéndolo en una potencia federal, donde las regiones tengan un peso político que al estar legitimado por las bases, y por el desarrollo político en el territorio, ayude a construir una respuesta descentralizada a los desafíos que la sociedad chilena empuja. Creemos que es relevante esta visión, pues da cuenta de un movimiento que, aunque silencioso, recorre Chile en toda su extensión. Así el Partido Radical da un giro a sus raíces y apuesta con ejemplo pragmático, a un proceso que puede llevar a Chile a una posición de liderazgo al dejar de negar su diversidad.

Lo segundo está referido a una cuestión de procedimiento que alberga una suficiente cuota de racionalidad, que no nos ha dejado indiferentes. El Partido debe dotarse de un presupuesto de funcionamiento, cuyos lineamientos deben ser ratificados por el Consejo Nacional y después de un año, allí debe cotejarse el gasto efectivo. La rendición de cuentas no es suficiente, sino que la planificación con el colectivo para asegurar que los recursos tengan una proyección que beneficie a todo el partido, haciéndonos parte de la decisión del gasto, promoviendo el compromiso con los resultados finales de dicha inversión partidaria. Nos ha parecido una propuesta relevante y pertinente, en el marco de los desafíos que deseamos imponernos como radicales.

Finalmente, lo tercero que ha propuesto esta lista ha sido la construcción de una efectiva y real alternativa a los centros de pensamiento de los diversos partidos chilenos. Por años los Radicales hemos visto que expresidentes y colectividades financian y ponen en movimiento centros de estudios que promueven idearios, otorgan respuestas razonadas a los problemas actuales y futuros de la comunidad nacional y nosotros seguimos en el amateurismo, no obstante que en las filas del Partido tenemos el honor de compartir militancia con destacadas personalidades de las más variadas disciplinas, líderes en sus áreas o simplemente autoridades legitimadas en sus saberes y participación en el frente que sirven. Este capital del Partido no ha sido relevado suficientemente, pudiendo conformar con esta cantera un centro de pensamiento construido desde las regiones para transformar nuestra participación política y su calidad.

Estimados y Queridas Correligionarias, sirvan estas líneas para compartir con Ustedes nuestras reflexiones a la luz de los desafíos que enfrentamos como Radicales. Tenemos la oportunidad de, valorando los esfuerzos desplegados por la actual dirigencia, asumir un camino que requiere una nueva conducción y más compromiso que nunca desde las regiones para avanzar y consolidar al Partido Radical como una fuerza política gravitante.

Como corolario, en el plano regional, hemos decidido ofrecer la estabilidad que en equipo, con trabajo conjunto y no pocos problemas, pudimos construir para tener un partido regionalmente respetado, que supo mantenerse firme ante la colonización que pretendieron algunos barones de la política en O’Higgins. Reivindicamos una presencia significativa en los medios, una gestión cohesionada, la inscripción exitosa y resultados electorales satisfactorios, a pesar de circunstancias que aunque no provocamos nosotros, pudimos hacer frente y resolver racionalmente, con el menor daño posible a nuestras estructuras.

Valga decir que a diferencia de la realidad nacional, la dirección regional en las condiciones que nos toca vivir, es solo sacrificio de tiempo y recursos, y no es justo que ahora sea yo quien le pida a otros sostener este esfuerzo. Vamos a seguir adelante con entusiasmo y convicción, porque este será un tiempo de concentrar fuerzas, mantener la mística partidaria y ofrecer los frutos de una decidida voluntad por continuar cimentando una posición de liderazgo en la región.