miércoles, 24 de junio de 2009

Participación y memoria

La tarde del martes 23 hemos tenido la oportunidad de ponernos al día respecto al proyecto de concesión de la Carretera de la Fruta. El Señor Ricardo Trincado, Director Nacional de Concesiones del MOP realizó una completa presentación al respecto, poniendo de relieve los nudos que tiene el proyecto.

La ruta va desde Pelequén hasta el Puerto de San Antonio, donde una primera etapa hasta cerca del puente de Peumo, será de doble vía, considerando la ejecución de un nuevo puente sobre el río Cachapoal; luego asciende por los faldeos del cerro introduciéndose por La Cornellana hacia el valle de Quilicura, empalmando en El Durazno, siguiendo hacia la Cuesta Las Arañas, terminando en una vía anexa en el Puerto de San Antonio.


El proyecto considera tres peajes: Malloa con un costo de $ 600.-; Cruce de Alhué, con un costo de $ 950.- y en el cruce anterior a Rocas de Santo Domingo con un costo de $ 650.- sumando un costo total de $ 2.200.-, sin peajes laterales extras. Así mismo, considera una serie de pasarelas y pasos bajo nivel que den solución a la conectividad norte-sur del trazado. Hasta ahí todo bien.


Todo bien hasta que se evidenció un problema no menor que tiene que ver con la participación ciudadana, más allá de la buena disposición de la autoridad responsable. Como cualquiera sabe, todo proyecto de esta naturaleza debe contar con un Estudio de Impacto Ambiental, el que es sometido a la consideración de la comunidad que se verá afectada por la inversión, bajo la figura de “participación ciudadana”, pero sucede que argumentos construidos por la comunidad, ya sea en base al trabajo mancomunado de equipos de profesionales como en el caso de San Vicente, cuyos vecinos se han tomado absolutamente en serio su cuota de participación; o como en el caso de los vecinos de Quilicura, representados en la oportunidad por un dirigente cuya disposición razonada es absolutamente contraria al proyecto en las actuales condiciones, pues destruye el modo de vida de aquella comunidad agrícola; o la situación de los peuminos, que hice presente, a quienes el proyecto no les aclara cuanto afectará la natural relación con el cordón coronado por el cerro Gulutrén, en cuyas faldas reposan los antepasados de la comunidad y al que está ligado la historia fundacional del pueblo; todos estos argumentos, cada una de las observaciones, cada una de las soluciones aportadas, en la práctica pueden no ser acogidas si modifican “sustancialmente” el proyecto original.


Entonces se revela el lado inútil de la consulta ciudadana, pues no tiene carácter vinculante y no estamos hablando de una consulta desprovista de argumentos, de estudio y trabajo de parte de la comunidad, si no de una que ha generado un fuerte movimiento, no de oposición, pues todos estamos de acuerdo en la urgencia de mejorar la vía, si no de mejoramiento del proyecto, a fin de que los afectados vean mejorar su calidad de vida una vez construida la obra.


Entonces aquí el argumento de que una modificación al proyecto retrasará todo el proceso y que dicho retraso sería fatal, o que no se debe demorar por más tiempo la decisión sobre una carretera que nos acompañará por no menos de 30 años imprime urgencia en aprobar lo propuesto sin más trámite (sustantivo) y convierte la participación ciudadana en un ejercicio estéril, meramente formal y estamos claros entonces que ese no es un ejercicio de democracia ni de participación, es sólo su remedo burdo, que terminará por generar un sentimiento de exclusión.


Nuestro gobierno debe procesar esta información y generar los cambios necesarios para que los procesos participativos –a todo nivel- sean vinculantes y comiencen a generar acciones y no sean una condición retórica necesaria por cumplir, pues eso es comodidad administrativa, justamente lo que nos termina haciendo parecidos a muchos otros gobiernos cuya épica no fue la nuestra: la de levantar el valor de la democracia, más allá del valor de las propias vidas… Quizás un poco de memoria nos haría bien para no mentirnos cuando hablamos de participación.

jueves, 18 de junio de 2009

Comisión Fomento Productivo con el PMC Vitivinícola

El día miércoles 16 de Junio la Comisión se trasladó a la zona de Angostura en San Fernando para sesionar en terreno e interiorizarnos del trabajo que viene desarrollando el Programa de Mejoramiento de la Competitividad (PMC) Vitivinícola.


Tabla:



1. Reunión de trabajo con el PMC Vitivinícola en Viña Casa Silva.




Estos PMC son esfuerzos público–privados, cuyo objetivo es articular cadenas de valor o “cluster” con alto potencial competitivo en la Región. y específicamente el vitivinícola como sector prioritario está respaldado por las estadísticas regionales, donde podemos observar que La REGIÓN DE O’HIGGINS posee el 29 % de la superficie nacional de vides para vinificación (33.856 ha.) y el 33 % de la producción de vino en todo el país (273 millones de litros, SAG 2007).



El PMC tiene como fin el incremento de la competitividad, mayor cantidad de puestos de trabajo, aumento tecnologías aplicadas al sector, aumento PIB regional, mayor confianza empresarial a la inversión, confianza en las relaciones público-privadas y capital humano más calificado.


Agradecemos la deferencia de Casa Silva al hacer posible una grata reunión con el PMC Vitivinícola y al Sr. Gregorio Ferrada por la disposición a mostrar los logros y desafíos de esta importante iniciativa que se gesta al alero de la Agencia de Desarrollo Regional, instancia que se constituye en socio estratégico de la gestión de la Comisión de Fomento.