viernes, 11 de marzo de 2011

Un año de Gobierno

Para empezar, lo evidente: si Lagos fue el espejo del republicanismo, o sea, de quien guarda una compostura republicana a todo evento y emitía cada juicio como previendo su impresión en los futuros libros de Historia, ahora tenemos aquí un Presidente todo lo contrario. De una liviandad exasperante, que no le impide orinar en la trastienda de un acto, o detener su helicóptero en la vía pública. De una ligereza que lo lleva a mentir descaradamente ante una cámara o a repetir una frase mal aprendida en cualquier evento. Y de una falta de sentido de la oportunidad que molesta, incluso a su propia mujer, como lo mostró el episodio del “papelito”. En fin, un Presidente muy alejado de esa pulcritud republicana de la antigua Derecha a lo Bulnes y que la nueva Derecha, a lo Allamand o a lo Longueira pretendió rescatar, a pesar de los tiempos.

Un segundo aspecto es la imposibilidad de concretar el halo que precedía a este Gobierno Nacional. Ese sello de eficiencia que hoy, a punta de costalazos y aprendizajes de los procesos y ritos del Estado, se ha diluido en explicaciones y no quiero detenerme en los más vergonzosos conflictos de interés no resueltos a tiempo, que le valieron críticas fundadas de Alianza y Concertación. Además de aquello, el tiempo demostró lo incorrecto de los semáforos de Lavín y las restas de horas en el currículum escolar, dejándolos como ejercicios estériles y sólo artificiosos. El tiempo ha demostrado lo inútil de la medida de restar a los presupuestos regionales un tanto por ciento para atender la emergencia, que paralizó al resto de las regiones por un buen tiempo y que se tuvo que resolver sumariamente luego. El tiempo también ha demostrado que reconstruir no es un asunto de Management, si no una cuestión muchísimo más compleja que sólo se entiende viendo el problema que tanto gusta hacer notar a la Derecha, como lo es Tocopilla. Este Gobierno ha visto que nada es tan sencillo como cuando se escriben columnas en El Mercurio. Así tuvo que hacérselo notar el Ministro Larraín a Büchi, por ejemplo, cuando le refregó ante sus críticas que “otra cosa es gobernar”.


Para terminar, lo menos obvio: antes el principal reclamo de la Derecha eran los “anuncios” de la Concertación y hacían un ranking, publicitado en Reportajes de El Mercurio, sobre lo ejecutado efectivamente. Hoy los “cien mil subsidios” no tienen correlato con la realidad y el “papel” no logra resolver el problema, a pesar de contar con todo el apoyo de una parte de la Concertación.


Si: apoyo de una parte de la Concertación, porque el mote que nos han puesto desde la Derecha, de ser “obstruccionistas” es otra falacia sin fundamento y así lo ratifican los fríos números: El promedio de proyectos de ley aprobados en los Gobiernos de Concertación alcanzaba un 33%, en cambio, durante el año pasado llegó al 50%, e incluso, los proyecto presentados entre Marzo y Diciembre de 2010, el 82% (ochenta y dos por ciento!) fue aceptado por unanimidad o por amplia mayoría.De hecho la crisis, que detonó José Antonio Gómez, presidente del Partido Radical, estriba en ese modo de oposición desabrida, que no es capaz de proponer alternativas, que no se opone tontamente, como sugiere la caricatura.


Esa crisis de la Concertación, que tiene ahora a Andrade escribiendo protocolos de funcionamiento, gatillada por el Partido Radical, se funda en esa estadística que la Derecha oculta por conveniencia discursiva, y que demuestra que no ha existido ni oposición obstruccionista, ni oposición a secas. Porque autocríticamente, después de un año de Gobierno de la Alianza y a este lado de la vereda, baja la representación de la Concertación, a pesar de que sigue aumentando la oposición al Gobierno. Léase entre líneas.