viernes, 26 de febrero de 2010

Calidad e Innovación

Aprender es una de las ocupaciones que más tiempo lleva en la vida, según grandes amigos que ya frisan la penúltima etapa de la vida.
Desde un principio esta pasantía al sur de España fue pensada para venir y aprender, venir y conocer cómo otros manejan las cuestiones regionales y que a pesar de las enormes diferencias en financiamiento y en marcos regulatorios que nos separan, nosotros lográramos reconocer innovaciones posibles de implementar en nuestra realidad, con todas sus complejidades y todas sus riquezas.
Palabras tales como “autonomía”, “fondos de la Unión Europea”, “mancomunidades”, “desarrollo”, “crisis”, “innovación”, “calidad” y “empresa”, por mencionar algunas, eran parte cotidiana de nuestras reuniones. Nunca había visto tanta gente transmitiendo en un sentido y con tanta propiedad.
En lo sucesivo iré retomando algunos de estos conceptos para desarrollarlos y por ahora me centraré en los conceptos de “calidad” e “innovación”.
Acordaremos lo siguiente, en general entendemos por “calidad” más allá del concepto, una serie de atributos que destacan un producto o servicio haciéndolo necesario; y por “innovación” un cambio inteligente a un producto o servicio que lo convierte en otro nuevo.
Estas dos características hacen la diferencia a la hora de ganar sin competir, aquella vieja máxima que se constituye en la “piedra filosofal” del Management. Pues en el sur de España hemos visto que estas se han convertido en condiciones de una nueva forma de afrontar el desafío de producir. En las conversaciones van surgiendo algunos tips que llaman la atención, pues reflejan un cambio cultural importante, considerando que hasta hace unos años atrás España no era mucho más que Chile.
Es interesante constatar que en los polígonos industriales están de cabeza trabajando en estas dos características, convencidos de que el precio no importa y lo seguro hoy cierra puertas en vez de abrirlas.
El precio no importa porque ellos han constatado que siempre habrá un mercado dispuesto a pagar calidad y si las ventajas comparativas son esquivas, entonces la calidad será un atributo diferenciador del producto. Entonces, mientras nosotros debatimos en cómo hacer recortes en los costes de producción, ellos están por agregar valor por la vía de la calidad, lo que es un camino que han emprendido varios visionarios en nuestro país.
Así mismo la “innovación”, ese proceso tan manoseado y con tantas ramas que no dejan ver el bosque, es una práctica asociada a la “calidad”, esto es, no se innova para abaratar costes solamente, si no que se hace en el sentido de agregar valor por el que un mercado ávido está dispuesto a pagar y aquí viene lo mejor, cuando la innovación es cara de afrontar por un particular, la comunidad se involucra a través del Estado y se hacen las inversiones necesarias para dar alas a la innovación, que es un valor que siempre está en las personas y no en los productos.
Aprendizajes como estos hemos encontrado aquí tan lejos, aplicables a un modelo de Fomento Productivo que podemos implementar en la Región de O’Higgins con esfuerzo y convicción más que con dinero.

jueves, 25 de febrero de 2010

Las jornadas de trabajo que nos han planificado son extenuantes, pero este grupo de Consejeros parece no cansarse.
Hemos estado conversando y oyendo todo lo que nos es posible, pues la cantidad de experiencias que observamos y que son absolutamente aplicables a nuestra realidad abundan, al amparo de la Junta de Andalucía.
Hemos sido invitados a conocer las famosas “mancomunidades”, aciertos de organización supramunicipal que están orientadas a organizar la cadena de valor o simplemente, dar respuesta conjunta a desafíos que tienen los ayuntamientos.
Así pudimos compartir con la mancomunidad de aguas, una organización conformada por un puñado de municipios que decidieron enfrentar los desafíos de la distribución del agua potable, el tratamiento de las aguas servidas y los residuos domiciliarios, en una comarca amplia.
El resultado es una empresa de servicios consolidada con los estándares que nosotros sólo conocemos en la empresa privada.
Como reflexión personal, siento que nosotros en nuestro país sufrimos un fundamentalismo inexplicable por la gran empresa privada y hago la salvedad, pues aquí nos hemos topado con experiencias asociativas para hacer empresa que parten desde muy abajo, con apoyo a emprendedores muy diferentes a los que se acostumbran en Chile.
Acá las mancomunidades compiten con la gran empresa privada en igualdad de condiciones, pudiendo desarrollar negocios de beneficio público con la mayor fuerza y eficiencia que uno pueda requerir de un servicio sensible para la comunidad.
Ahí hay cuestiones que dan para pensar y proyectar una forma de desplegar esfuerzos que apoyen iniciativas como la asociación de municipios para manejo de residuos sólidos que se está gestando en nuestra región.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Hemos llegado a España a capacitarnos y cada uno de mis colegas Consejeros cuenta a su haber con un raudal de expectativas respecto a lo que hemos venido a buscar al viejo continente.
España es una de las últimas economías que han ingresado a la Unión Europea y a pesar del enorme retraso que arrastraba, esta experiencia asociativa entre países logró granjearle un desarrollo insospechado, que de haber contado sólo con las propias fuerzas, les sería esquivo.
La experiencia de la Unión Europea se hace sentir a todo nivel en las inversiones públicas y en el fomento productivo, pero ello no sería posible sin el acervo que España cuenta a su favor en años de cooperativismo.
Las cooperativas aquí funcionan y poseen una fuerza propia que fluye hasta el espacio de la administración pública.
Podemos observar la enorme potencia de los consorcios creados a partir del cooperativismo y también podemos palpar esa experiencia en la asociatividad entre gobiernos locales.
Si bien la administración general es distinta a la de nuestro país, en lo sustantivo las unidades que nosotros conocemos como municipios y que allá son los ayuntamientos, también son las unidades administrativas más pequeñas, aunque sus concejales poseen un poder más extendido que en nuestro caso y los alcaldes tienen unas herramientas que, según vemos, han ido ganando en el tiempo a fuerza de práctica y empeño.
Las alcaldías son verdaderos motores de desarrollo, administrando la bonanza de unos recursos provenientes de la Unión Europea, constituyendo parques industriales en municipios de algo más de ocho mil habitantes, algo impensado para nosotros. En ese sentido, nos llamó la atención la experiencia que compartía el Alcalde de Cartaya, manifestándonos que él habla con la empresa privada, la tienta, construye unas condiciones provechosas para su instalación en el territorio y promueve la contratación de naturales, o sea, gerencia el desarrollo de su localidad.
Sabemos que no es que en Chile no ocurra, pero nos gustaría que este ejemplo estuviera más extendido.
Nosotros estamos en una etapa del desarrollo territorial en que comenzamos poco a poco a fijar la mirada en inversiones públicas de mayor especificidad, tales como aquellas destinadas al deporte y la recreación, más allá de aquellas consideradas básicas como escuelas y postas. Pero hablar de inversión para la industria, eso son palabras mayores en municipios como los nuestros.
A pesar de ese diagnóstico, en la conversación después de la jornada con los compañeros de esta experiencia educativa, creemos que el Gobierno Regional de O’Higgins puede dar un salto cualitativo en aquella dirección, incentivando un modelo que tome lo mejor de la experiencia que nos ha tocado aprehender.
Pensar cómo es una tarea para mañana.

lunes, 22 de febrero de 2010

Desde que nos levantamos estamos aprendiendo y contrastando las experiencias. Desearía muchas veces no sentir que nos falta mucho para llegar. Como dato para conformidad, cada vez se hace más visible que los millones de euros provenientes de la Comunidad Económica Europea son una espalda formidable para haber llevado adelante las reformas e iniciativas que vemos aquí y allá.
De hecho, en cuento he tenido la oportunidad, le he hecho el comentario a uno de nuestros gentiles monitores, quien me ha respondido con un tapaboca algo más o menos así:
“bueno, eso te demuestra que no pueden seguir perdiendo el tiempo en América cada uno por su lado y si no se asocian y nosotros si con buenos resultados, allá Ustedes!”
Claro como el agua…
Efectivamente, nuestro problema es el de la asociatividad, no encontramos buenos fundamentos prácticos para ello en nuestra propia realidad, siempre desconfiando del de al lado y pensando que solos podemos más!
Cuanta equivocación a la luz de los ejemplos palpables que observamos.
Hace años tuve la experiencia de hacerme a la empresa privada. No había a quién mostrar una idea de negocio en la escala que necesitábamos. Logramos batallar un año y medio y terminamos naufragando con la crisis asiática… finalmente llegamos a la orilla magullados pero enteros. Nunca más intenté por ese camino.
En cambio acá hemos conocido una experiencia singular. La Diputación de Huelva cuenta con lo que llaman un “vivero empresarial” con una vida propia impresionante. Se trata de un viejo centro psiquiátrico que dio paso a esta experiencia. Aquí por algo así como treinta mil pesos mensuales tienes acceso a oficina, sala de reuniones, teléfono e Internet y pertenecer a una comunidad en directo de emprendedores de todas las edades. Una experiencia abierta todos quienes puedan pasar los procesos de selección y monitoreo. Más aún. El centro cuenta con un simulador virtual que nos ha deslumbrado. Los ingenieros crearon una plataforma virtual que permite que los usuarios pongan a prueba su idea de negocio y la tensen antes de tener que invertir para ver un resultado probable. La consecuencia es que con un mínimo de inversión uno puede saber si lo que pensaba como un negocio viable lo es o no, ahorrando ingentes cantidades de tiempo y dinero.
En la conversación después de la jornada comprobamos que esta es otra de las experiencias posibles de trabajar en nuestra región y queda pendiente cómo buscaremos los apoyos para lograrlos.