jueves, 25 de febrero de 2010

Las jornadas de trabajo que nos han planificado son extenuantes, pero este grupo de Consejeros parece no cansarse.
Hemos estado conversando y oyendo todo lo que nos es posible, pues la cantidad de experiencias que observamos y que son absolutamente aplicables a nuestra realidad abundan, al amparo de la Junta de Andalucía.
Hemos sido invitados a conocer las famosas “mancomunidades”, aciertos de organización supramunicipal que están orientadas a organizar la cadena de valor o simplemente, dar respuesta conjunta a desafíos que tienen los ayuntamientos.
Así pudimos compartir con la mancomunidad de aguas, una organización conformada por un puñado de municipios que decidieron enfrentar los desafíos de la distribución del agua potable, el tratamiento de las aguas servidas y los residuos domiciliarios, en una comarca amplia.
El resultado es una empresa de servicios consolidada con los estándares que nosotros sólo conocemos en la empresa privada.
Como reflexión personal, siento que nosotros en nuestro país sufrimos un fundamentalismo inexplicable por la gran empresa privada y hago la salvedad, pues aquí nos hemos topado con experiencias asociativas para hacer empresa que parten desde muy abajo, con apoyo a emprendedores muy diferentes a los que se acostumbran en Chile.
Acá las mancomunidades compiten con la gran empresa privada en igualdad de condiciones, pudiendo desarrollar negocios de beneficio público con la mayor fuerza y eficiencia que uno pueda requerir de un servicio sensible para la comunidad.
Ahí hay cuestiones que dan para pensar y proyectar una forma de desplegar esfuerzos que apoyen iniciativas como la asociación de municipios para manejo de residuos sólidos que se está gestando en nuestra región.

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