lunes, 22 de febrero de 2010

Desde que nos levantamos estamos aprendiendo y contrastando las experiencias. Desearía muchas veces no sentir que nos falta mucho para llegar. Como dato para conformidad, cada vez se hace más visible que los millones de euros provenientes de la Comunidad Económica Europea son una espalda formidable para haber llevado adelante las reformas e iniciativas que vemos aquí y allá.
De hecho, en cuento he tenido la oportunidad, le he hecho el comentario a uno de nuestros gentiles monitores, quien me ha respondido con un tapaboca algo más o menos así:
“bueno, eso te demuestra que no pueden seguir perdiendo el tiempo en América cada uno por su lado y si no se asocian y nosotros si con buenos resultados, allá Ustedes!”
Claro como el agua…
Efectivamente, nuestro problema es el de la asociatividad, no encontramos buenos fundamentos prácticos para ello en nuestra propia realidad, siempre desconfiando del de al lado y pensando que solos podemos más!
Cuanta equivocación a la luz de los ejemplos palpables que observamos.
Hace años tuve la experiencia de hacerme a la empresa privada. No había a quién mostrar una idea de negocio en la escala que necesitábamos. Logramos batallar un año y medio y terminamos naufragando con la crisis asiática… finalmente llegamos a la orilla magullados pero enteros. Nunca más intenté por ese camino.
En cambio acá hemos conocido una experiencia singular. La Diputación de Huelva cuenta con lo que llaman un “vivero empresarial” con una vida propia impresionante. Se trata de un viejo centro psiquiátrico que dio paso a esta experiencia. Aquí por algo así como treinta mil pesos mensuales tienes acceso a oficina, sala de reuniones, teléfono e Internet y pertenecer a una comunidad en directo de emprendedores de todas las edades. Una experiencia abierta todos quienes puedan pasar los procesos de selección y monitoreo. Más aún. El centro cuenta con un simulador virtual que nos ha deslumbrado. Los ingenieros crearon una plataforma virtual que permite que los usuarios pongan a prueba su idea de negocio y la tensen antes de tener que invertir para ver un resultado probable. La consecuencia es que con un mínimo de inversión uno puede saber si lo que pensaba como un negocio viable lo es o no, ahorrando ingentes cantidades de tiempo y dinero.
En la conversación después de la jornada comprobamos que esta es otra de las experiencias posibles de trabajar en nuestra región y queda pendiente cómo buscaremos los apoyos para lograrlos.

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