martes, 28 de julio de 2009

El CORE y las Agencias Regionales

Uno de los elementos sustantivos es hacernos cargo de la realidad económica y social de la región. Nuestra cabeza debe estar puesta en las condiciones en que la región se desarrolla, con quiénes se desarrolla y para quiénes se desarrolla. Son todas preguntas que pueden parecer pueriles, sin embargo para responderlas se debe tener convicciones y visiones claras.


La presidenta Michell Bachelet propuso una institucionalidad que diera cuenta de la continuidad debida en cuanto a políticas descentralizadoras que impulsa la Concertación. De ahí que el anuncio de crear las Agencias de Desarrollo Regional fuera un paso decidido en esa dirección.


En las condiciones en que se encuentra la discusión dentro del Senado respecto a las modificaciones necesarias a los Gobiernos Regionales, con elección de Consejeros incluida y la de Presidentes de la Región, aún en ascuas. Preguntarnos para qué son necesarias ayudaría a calmar los ánimos de más de algún elector que vería con recelo la aparición de nuevas papeletas a la hora de ir a votar en las próximas municipales.


Debemos hacernos cargo de que en las condiciones actuales de descentralización es inútil discutir sobre “efectividad” de representantes, pues de lo que deberíamos estar discutiendo es de profundizar la democracia como consecuencia directa de una mayor injerencia a la hora de determinar cómo invertir en la región. Cualquier cambio a nivel político sin incidencia en el mundo real, en las estructuras económicas, no son más que voladores de luces que la ciudadanía, en su inmensa sabiduría, huele desde lejos. Si no hay decisión regional para la implementación de una agenda de desarrollo regional propia, que de cuenta de las particularidades, oportunidades y necesidades de la región, todos entenderemos que no estamos hablando de descentralización, si no maquillando el centralismo como ha sucedido otras veces en la historia de la República.


En el Consejo Regional se ha venido discutiendo, no sin pasiones, el papel de esta institución de la que participamos, de su verdadera vocación en el marco de un gobierno regional y estamos tentando caminos, al igual como lo hacen las Agencias de Desarrollo Regional, estudiando uno a uno los antecedentes, sopesando las evidencias, para avanzar en el sentido correcto.


Nuestra particularidad política nos compromete con la enorme tarea de ponernos de acuerdo en beneficio de la región, pero en su sentido más práctico. Una región que tiene rostros campesinos, ojitos de niños y niñas deseosos de contar con oportunidades, de familias campesinas, profesionales con deseos verdaderos de avencindarse en provincia para realizar un aporte al crecimiento de Chile.


Nosotros estamos en un labor interesante de descubrimiento. Somos Consejeros nuevos intentando hacer las cosas tan bien como los que nos precedieron, pero sin olvidar que nuestro compromiso tiene nombres de personas que nos son queridas, que conocemos cada uno, son los nombres de nuestros vecinos, de la gente que vemos por las poblaciones, por los campos, en bicicleta cada mañana, son las personas de edad que van desde temprano a los consultorios, son las comunidades con sus rincones más invisibles, pero que aún así merecen todo el esfuerzo que uno pueda desplegar. Esa épica, de estar construyendo algo nuevo entre todos, que eufemísticamente se suele llamar “el conjunto de lo público y lo privado” para nosotros es la fuente desde la que emana el poder que ejercemos como parte integrante del Gobierno de la Región, como Hombres y Mujeres de Estado.


Comprender que en cuanto a desarrollo regional, instancias descentralizadas podrán tener una visión objetiva muchísimo más acabada que los organismos del gobierno central, no constituye una muestra de agudeza, sólo una muestra de pragmatismo que va siendo cada vez más necesario.