lunes, 12 de octubre de 2009

Apicultura: un gigante con pies de barro

Hacia principios de año, en materia de fomento productivo, se nos apareció un gigante en la región que por diversos motivos no se había visibilizado: se trata del sector Apícola.

A priori, si uno consulta dónde se produce más miel y de mejor calidad, las respuestas serán disímiles, unos dirán que en el sur (con la imagen y el sabor de la miel de ulmo entre ceja y ceja) u otra región, menos la nuestra.

Sin embargo, desde hace bastante tiempo vemos cómo pequeños empresarios al alero de Indap (o sea, con apoyo directo del Gobierno) han comenzado a mover cada vez mayores cantidades de colmenas por la región. Más aún, hemos asistido a la construcción de diversas salas de extracción en comunas distantes que facilitan la actividad.

Fue así como a través del esfuerzo y porfía de un grupo de productores se hicieron estudios que han logrado relevancia en el último tiempo. La región de O’Higgins contiene la friolera de 800 productores de miel, que aportan poco menos de la mitad de toda la miel que se produce en Chile.

Pero una industria que se ha abierto espacios significativos en la Unión Europea, especialmente en Alemania y que hoy apuesta a mejorar los procesos productivos tiene serios problemas de no mediar inversión del sector público.

Como siempre. Los grandes tiene herramientas suficientes para persistir en el negocio, en cambio los pequeños, que constituyen la abrumadora mayoría de los productores, están organizados para avanzar decididamente en mejorar la productividad y los estándares sanitarios y para ello necesitan ayuda.

La primera medida apunta a hacer rentable la apicultura a nivel de empresa familiar y la segunda apunta a que un negocio, promisorio hasta hoy, no se derrumbe por fallas en los estándares sanitarios. Si ocurriera un episodio de alerta en Alemania (nuestro principal importador) significaría una sola cosa devastadora por si sola: el cierre del mercado para TODA la miel de la región y la consecuente pérdida de la inversión que se ha realizado hasta ahora, amén del daño social que se originaría.

Dentro de la Agenda Regional que definió los sectores estratégicos (turismo, ciruela deshidratada y vitivinícola) los productores de miel han logrado hacerse un espacio, lo que da cuenta de dos fenómenos: que aún existen sectores productivos importantes por descubrir y apoyar en la región y que la Agenda Regional es absolutamente flexible para abrirse a nuevos desafíos.

Corresponde ahora a todos los actores involucrados en el fomento productivo de la región y especialmente en esta pasada al Consejo Regional, de cara al futuro, tomar la oportunidad de dotar a la región de O’Higgins de las condiciones que permitan también la consolidación de la Apicultura como sector productivo estratégico.

1 comentario:

  1. Efectivamente el sector apícola ha ganado espacios de protagonismo importantes en base al trabajo organizado que llevan a cabo los apicultores a través de su Asociación Gremial -Apiunisexta- y desde el año pasado también a través del Programa Habilitante MIPEs Rubro Apícola, surgido a partir de la Agencia Regional de Desarrollo Productivo.

    A partir del Programa Habilitante, cuyo primer desafío fue la construcción de un Plan de Acción en base a Desafíos estratégicos definidos por los mismos apicultores, han surgido desafíos complementarios a los aspectos sanitarios que se mencionan en este artículo, tales como: Profesionalización de los apicultores con el fin de que incorporen herramientas de gestión para el negocio apícola, trabajar en la articulación de una cantidad cada vez mayor de los 800 apicultores que existen en la región de O'Higgins y un gran desafío como es el dar valor agregado al tambor de 300 kilos, el cual tiene como destino los mercados internacionales y que representa más del 90% de la producción de la Región.

    Este último desafío implica un trabajo de largo aliento, para el cual ya se están dando los primeros pasos a través del Programa Habilitante, el cual, a través de un trabajo cuyo principal sustento es la cooperación público privada, ha instalado la agregación de valor como uno de sus principales desafíos para los próximos años. Esto, siempre considerando el mercado nacional como una potencial oportunidad de mercado para la venta de este producto aportando, además, a mejorar la alimentación de nuestra población.

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